[arckh] Esta vez no me planté allí a las cuatro de la tarde. Ni tampoco tenía que comprar una entrada de reventa para la que estaba dispuesta a dar mi preciosa chaqueta (heredada de mi abuelo) para llegar a las 7.500 que me pedían.
Esta vez no les vi llegar y claro, no me miró ni saludó. Tampoco llevaba cigarros de la risa, pero sabía como volver a casa.
Esta vez no bajé corriendo las escaleras cuando aparecieron en el escenario, ni fui avanzando sin darme cuenta hasta terminar en primera fila empapada de arriba a bajo de, en gran parte, sudor ajeno.
Pero esta vez también fui sola, conocí a gente que me perdieron y desafiné como sólo puede hacerse de público en un concierto. De repente me sentí transportada a mis 18 años y, embriagada por esas canciones, casi conseguí cambiar la dirección del tiempo.