tesoros ajenos
[foto: arckh]
Daba miedo llamar.
Me asustaba la simple idea de ofenderla, que pensara que había violado su intimidad, profanado sus recuerdos... Temía las preguntas.
Pero al final llamé.
Había encontrado su teléfono y dirección en las páginas blancas: también vive en Barcelona. Los temores no tardaron ni un segundo en desaparecer.
Hace unos meses encontré un diario que una niña de 16 años escribió en 1964 y mañana se lo voy a devolver.
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